Una compañera investigadora me hacía llegar ayer un artículo sobre lenguas muertas o "en peligro de extinción". No sin cierta sorpresa, se lo había encontrado dentro de una revista científica de biología. Y es que comenzamos a ver que, poco a poco, las disciplinas sociales y humanas encuentran su espacio en el universo de la ciencia; observo cada día cómo los compañeros de asociación respetan y valoran mi trabajo tanto como lo hacen con los científicos de laboratorio y bata blanca. Otra cosa es lograr que "los de arriba" lleguen a pensar igual.
Yo no sé si las lenguas tienen o no algo que ver con la biología, de verdad que no tengo la menor idea acerca de por qué este texto apareció en la revista que apareció. Pero lo más llamativo es que la situación me trajo a la cabeza una reflexión a dos bandas sobre algunas cosas, o personas, que hoy día están "en peligro de extinción".
En el artículo se citaba un atlas preparado por la UNESCO en el que se recogen unas 3000 lenguas en desuso, poco visitadas por los hablantes, casi desconocidas o absolutamente perdidas. Leer aquello me recordó las muchas veces que llamé la atención a mis alumnos de filología por utilizar en las clases el asturiano frente al castellano, lengua de los textos que comentábamos. Y las muchas otras que aprecié la familiaridad con que todos empleábamos la lengua de "la tierrina" en contextos como el pasillo, los despachos, la cafetería, o los cambios de clase. Hoy mismo se me removió algo dentro al escuchar a una alumna pedirle a otra que dejara de expresarse en asturiano porque no la entendía... como no dejan de dolerme las ocasiones en que un amigo, aunque lo haga sin malicia, se ríe de alguna de mis expresiones porque le suenan a "rurales", "arcaicas"... ¿minoritarias?
No me arrepiento de defender el castellano por encima del asturiano cuando así estimo que debo hacerlo, cuando mi trabajo así me lo pide.
Pero tampoco me arrepiento de defender la lengua que desde siempre he utilizado en casa... simplemente porque sería incapaz de imaginarme sentada con mi madre charlando en un castellano perfecto.
Pero tampoco entiendo el asturiano "normativo", porque nunca lo he aprendido, porque no he ido a clases, porque muchas de esas palabras no las escuché siendo niña ni puedo escucharlas ahora allí donde vivo.
Y el caso es que todo esto pueden ser demasiadas contradicciones para vivir en un lugar donde posicionarse en uno de los dos bandos es lo más común y lógico. Será que yo estoy en peligro de extinción. Ojalá nunca lo esté ninguna de mis lenguas.
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Hace 6 años