lunes, 22 de diciembre de 2008

ÁLVARO DE ALBORNOZ, HUMORISTA

Hoy toca clase de literatura.
Otro miembro de esa extensa familia que me ha acompañado durante los años de doctorado (primo de mi Aurora, sobrino también de don Severo e hijo de todo un presidente de la República en el exilio). Álvaro de Albornoz y Salas es uno más de los numerosos casos de autores olvidados en nuestra historia. Por muchas razones, aunque probablemente la más clara de todas fue que, tras su marcha al exilio, dedicó su actividad profesional a la Ingeniería Química, quedando así un poco relegada su faceta como escritor, lo cual no niega su extraordinaria capacidad para la narrativa.

Alvarito, que así le llamaban, fue un estupendo humorista. De esos que a Cuchufletas y a Mamá Croqueta les encantan. Al estilo jardielesco, y con conexiones también con el mejor Miguel Mihura. Bajo el magisterio de estos escritores y amigos, y protegido por el paraguas de don Ramón, Albornoz escribió tres novelas (Doña Pabla, Vampireso español y Los niños, las niñas y mi perra), y varios relatos cortos divertidísimos, que recogió en Matarile. En todas, claro está, late la conciencia crítica con el mundo que le tocó vivir propia de los humoristas de aquellos años. La mayor parte de estas obras están hoy descatalogadas, y quizá sólo podáis encontrarlas en bibliotecas, librerías de viejo... o en mi casa.
Y como no os lo quiero poner tan difícil, os dejo como muestra, un minúsculo botón. Un fragmento de un relato en que Albornoz parodia la literatura decimonónica rusa:

-Acabo de estrangular a mi pequeña, dorada y adorada Catinka Petrovich Alvarovna.
¡Ah mi dulce amiga!... Tus manos finas, pálidas, impolutas, pero a la vez sombrías como un día de fines de entretiempo en la estepa siberiana, jamás volverán a acariciar los yacentes cabellos de tu amante putrefato! (1)
Sí Malva (2) Oblonov Petrovich, tu desesperadamente loco amante te jura por su padrecito, por su madrecita, por su abuelecita, por su abuelecito, por todos sus queridos parientes en suma y por toda la sagrada tierra de esta inmensa y santa Rusia, que nunca quiso hacerte ese mal daño.

(1) Sin duda es un error. Debe querer decir putrefacto. (n. del T. Columela 11 – 2º izq.)
(2) Malva, diminutivo de Katinka (N. del T. – Ayala, 45 – 3º dcha.)

[Matarile, p. 188]




Ahora es cuando os preguntáis por qué razón he elegido el día de hoy para hablaros de este escritor, cuando he pasado en ocasiones días sin poner nada en este blog. La respuesta, muy sencilla. Aquí.
Es que si una misma no se da publicidad, ¿quién va a hacerlo?

sábado, 20 de diciembre de 2008

MAR ANTIGUO

El día que cumplí dieciocho años me podía haber sucedido como me ha pasado en todos y cada uno de mis cumpleaños. Mis amigos solían estar de vacaciones, es lo que tiene nacer en verano y vivir en un sitio muy pequeño. En aquella ocasión, sin embargo, conseguí localizar a uno de ellos, que me acompañó al cine y me regaló un cassette que él mismo había grabado donde fue recogiendo algunas de sus canciones favoritas.
Una de ellas era esta, y yo entonces la escuchaba por primera vez



La canción, parece ser, está inspirada y dedicada al mar Mediterráneo, pero para mí siempre ha significado algo más especial. El momento de aquellos dieciocho años en que uno parece que deja un mundo detrás y comienza a vivir diferente. Aunque la realidad nos tumba y nos dice que no hay nunca cambios verdaderamente apreciables. Pero ese mar antiguo es para mí, desde entonces, también imagen de la gente especial que en algún momento conocemos, hace algo por nosotros, y desaparece como las olas, pero en cierta forma se queda; deja huellas, pisadas en la arena.

"Nostalgia de un futuro azul en el que anclar". Pura poesía para decirnos que buscamos más allá, lejos, cosas que en algún momento ya vimos y recordamos.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Cervantes VS García Márquez

Hace algunos años, un profesor de mi facultad ilustraba sus explicaciones sobre El Quijote hablándonos del eterno y manido tema de "la invención de la novela moderna". Y al hombre, no se le ocurría otra cosa que aseverar que, después de las aventuras del famoso hidalgo manchego, no había vuelto a escribirse niguna otra obra de arte literario... en prosa. Al menos nos hacía esta última concesión.
Y yo, que nunca he podido callarme, le citaba a García Márquez y su Cien años de soledad, diciéndole que una cosa era inventar algo nuevo, ser el origen de un género, y otra captar todo el espíritu de ese "género" y aun así ser capaz de hacer algo absolutamente original y maravilloso. No me extenderé en los 45 minutos de debate a dos bandas, en el aburrimiento de mis compañeros de aula, ni en el resultado del mismo... Sobra decir que él se marchó al despacho convencido de que tras Cervantes, no había vuelto a existir ningún otro gran novelista en España. Y yo me fui a mi casa convencida de que ambos eran grandes, muy grandes.
Desde aquel día, continúo riéndome cada vez que alguien compara a estos dos fenómenos de la literatura, y aún me sigue apeteciendo discutir sobre el tema. Creía que nunca jamás nadie llegaría a una conclusión al respecto.
Era un desempate que sólo otro genio podía lograr. Cuchufletas, que se erige en difusora del legado Forgiano, me envía hoy esto:




Todo fue cuestión de azar. Cervantes VS García Márquez - Resultado: Tablas

lunes, 1 de diciembre de 2008

THE SPIRIT OF TOGETHERNESS

Esa frase resume lo que el musical sudafricano "Umoja" pretende transmitir. El espíritu de estar y sentirse unidos.

Este sábado, después de una carrera infernal -dirigida in itinere por las indicaciones telefónicas de Juan, que me esperaba en la otra punta de Madrid-, a lo largo de interminables escaleras de metro -estropeadas, cómo no-, puertas cerradas antes de su hora y larguísimas avenidas, asistí en el teatro de La Vaguada a uno de los espectáculos más impresionantes que he visto nunca.
La historia de Sudáfrica, narrada bajo el prisma de la constante evolución de la música en esa tierra: desde los cantos y bailes más tradicionales, recogidos en el sonido de los tambores y en los movimientos cortantes e intensos, hasta la entrada del Gospel, pasando por las voces de las mujeres africanas trabajadoras, el Blues, el Jazz, el Rock and Roll, etc. Pero siempre, en cada uno de los números, se repetían sonoridades y ritmos tomados de aquel inicio tribal. "Umoja" convierte así a la música en metáfora perfecta de cómo el cambio social, el paso del tiempo, y las inestabilidades políticas no tienen por qué suponer una separación de los seres humanos, ni mucho menos una pérdida de los orígenes y la tradición. Os dejo aquí un pequeño vídeo que resume muy muy brevemente lo que podéis ver si tenéis la suerte de toparos con esta maravilla en vuestra ciudad.



Dos horas, que se nos hicieron cortas, ante aquel universo espectacular de bailes y voces, frente a unos actores que contagiaban entusiasmo y energía, y con intensas ganas de levantarnos de nuestra butaca y salir a acompañarles. Creo que Raquel y yo casi casi lo hicimos, aunque al ladito del asiento y con algo de vergüenza. Otros, más atrevidos, saltaban a la pista, y el resto no dejaba de corear y acompañar con palmas.

Se me olvidó la carrera, el cansancio, y el pequeño catarro que me acompañaba, para quedarse en mi cabeza sólo la melodía principal del "Umoja", y las expresiones cercanas de los actores cuando volvieron a coincidir con nosotros en el andén del metro.