Hace mucho tiempo que quería publicar este post. Pero parece que, muchas veces, escribir sobre lo cercano cuesta, porque no queremos resultar poco objetivos, y porque queremos tanto a esa persona que cualquier intento de hablar sobre ella se nos queda pequeñito.
En octubre de 2006 mi tesis -todavía bebé- y yo nos subimos en un avión rumbo a la ciudad de los rascacielos. Allí nos esperaban dos personas que se convirtieron en las siguientes 8 semanas en mi familia estadounidense; desde ese momento, compartí con Aurora de Albornoz no solamente horas de trabajo, sino también a la gente que más la quiso. Su sobrino, del que ya os hablé
en algún momento, y alguien más -mi protagonista de hoy- que fue un auténtico maestro para mí. En realidad, a él le debo poder comunicarme con soltura en inglés, el haber perdido el miedo a las grandes ciudades, mi amor por los Estados Unidos... y la afición al té helado y los arándanos.
Scott Hightower es profesor en la Universidad de Nueva York. Profesor de creación poética. Se dice pronto. Una de esas asignaturas que jamás existirían en ninguno de los campus de nuestras universidades, pero que allí se consideran centrales dentro de algunas ramas de los estudios humanísticos.
El cargo a él no se le queda grande, porque antes que otra cosa es un excelente poeta. Y no soy yo la única que lo dice ni lo dirá. Críticas buenas ha recibido ya, y muchas. Y premios literarios. Y premios como traductor.
Y, después de todo, lo que siempre llamó mi atención: montones de llamadas telefónicas de alumnos repletos de preguntas, que él atendía con una calma que me asombraba, al pensar en su habitual hiperactividad, que le hacía parecer a veces poco paciente.No lo es en absoluto. Pasé muchas horas sentada junto a ellos traduciendo a Aurora a tres bandas. Él ponía el inglés, Jh el bilingüismo, y yo esa extraña manía de explicar el vocabulario contando historias, poniendo ejemplos y aventurando interpretaciones.
Al final, el resultado -y sé que Jh está de acuerdo conmigo- era solamente de Scottie, que, claro está, acabó por
ganarse un premio y lanzar a nuestra Aurora al público americano. Otros, también amigos muy especiales,
le acompañaron en el camino, citándole.
Nunca olvida enviarme sus nuevos poemas, que yo, desastre habitual, nunca tengo tiempo de traducir al castellano ni comentarle con el tiempo y las ganas que él merecería. Y como siempre hablo de difundir escritores desconocidos, no voy a dejar de hacerlo con él. Por que, al fin y al cabo, en España él es un desconocido... Lo será solamente hasta que entre todos pongamos de nuestra parte para traducirle y editarle. Tiempo al tiempo. De momento, uno de sus poemas, mi preferido:
LOVE
We never sleep apart––neither under
the stars, nor under a ceiling. Neither
"Staying over," up north; nor, down south,
"Spending the night."
We have connived our way through the streets
of old villages and new cities, have fought
our way through. Undress. Raise your eyes.
Forget about equities
and consents. Tonight again we are secure
as saddlebags astride the spotted rump
of an Appaloosa. Let surrender surround
as an unarmed Moor
awaits in his tent his enemy's cadaver.
Allow night to vault the fatal arrival
of such passing glamour. Forgive my lag,
my hoist. Raise your eyes.