Esa frase resume lo que el musical sudafricano "Umoja" pretende transmitir. El espíritu de estar y sentirse unidos.
Este sábado, después de una carrera infernal -dirigida in itinere por las indicaciones telefónicas de Juan, que me esperaba en la otra punta de Madrid-, a lo largo de interminables escaleras de metro -estropeadas, cómo no-, puertas cerradas antes de su hora y larguísimas avenidas, asistí en el teatro de La Vaguada a uno de los espectáculos más impresionantes que he visto nunca.
La historia de Sudáfrica, narrada bajo el prisma de la constante evolución de la música en esa tierra: desde los cantos y bailes más tradicionales, recogidos en el sonido de los tambores y en los movimientos cortantes e intensos, hasta la entrada del Gospel, pasando por las voces de las mujeres africanas trabajadoras, el Blues, el Jazz, el Rock and Roll, etc. Pero siempre, en cada uno de los números, se repetían sonoridades y ritmos tomados de aquel inicio tribal. "Umoja" convierte así a la música en metáfora perfecta de cómo el cambio social, el paso del tiempo, y las inestabilidades políticas no tienen por qué suponer una separación de los seres humanos, ni mucho menos una pérdida de los orígenes y la tradición. Os dejo aquí un pequeño vídeo que resume muy muy brevemente lo que podéis ver si tenéis la suerte de toparos con esta maravilla en vuestra ciudad.
Dos horas, que se nos hicieron cortas, ante aquel universo espectacular de bailes y voces, frente a unos actores que contagiaban entusiasmo y energía, y con intensas ganas de levantarnos de nuestra butaca y salir a acompañarles. Creo que Raquel y yo casi casi lo hicimos, aunque al ladito del asiento y con algo de vergüenza. Otros, más atrevidos, saltaban a la pista, y el resto no dejaba de corear y acompañar con palmas.
Se me olvidó la carrera, el cansancio, y el pequeño catarro que me acompañaba, para quedarse en mi cabeza sólo la melodía principal del "Umoja", y las expresiones cercanas de los actores cuando volvieron a coincidir con nosotros en el andén del metro.
Jimmy y su padre Jaime Menéndez "El Chato", 1938. Foto Febus.
Ayer, mi padre Jaime Menéndez Ranz, insigne luchador antifranquista,
destacado sindicalista...
Hace 3 años
3 comentarios:
Abrígate y disfruta.
Y yo que lo cambié por Raffaela Carrá.
A 14m andando de mi casa.
Sudáfrica (tiene nuestro mismo uso horario, fijate tu), un país más que interesante, la gente que conocí de allí era tan... dispar... Buenos recuerdos en todo caso. Y buen rugby.
Tras semejante frase, no me extraña que las cuchufletas esas sean en vinagre.
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