Las estaciones de tren pueden ser lugares muy mágicos, poéticos incluso, si te paras un instante y observas a tu alrededor las pequeñas escenas que se van sucediendo. Despedidas entre sonrisas o entre lágrimas, recibimientos calurosos, gente corriendo, parejas que se dan besos eternos en los andenes, niños agitando sus manitas al paso de los vagones...
Los trenes también: si te pones a curiosear, a mirar de reojo y escuchar sin que nadie lo note, descubres fantásticas historias y curiosidades.
Hoy, sentados frente a mí en el viaje hacia el trabajo, una pareja se cogía las manos y compartían los auriculares de un IPOD. Sin mirarse. Sin hablarse. Ni una palabra. Sólo se cogían las manos. A lo mejor eran muy felices, se querían mucho, pero me produjo tristeza pensar que quizá no tenían ya nada que decirse, y preferían desconectar no sólo del mundo, sino también de sí mismos.
Horas después, mientras esperaba mi tren para volver a casa, otra pareja se despedía: ella estaba en mi andén. Él, en el andén de enfrente. Se dirigían a lugares opuestos, y sin embargo no paraban de contarse cosas casi a gritos, de mandarse besos y de reírse.
Parejas muy diferentes, con mundos diferentes y universos propios. Parejas que me hicieron reflexionar, sonreir, emocionarme...
Y un sentimiento predominante. Envidia -sana envidia-, y ganas de enamorarme
Jimmy y su padre Jaime Menéndez "El Chato", 1938. Foto Febus.
Ayer, mi padre Jaime Menéndez Ranz, insigne luchador antifranquista,
destacado sindicalista...
Hace 3 años
7 comentarios:
Igual habían grabado en el iPod sus propias voces y se iban escuchando mientras repetían escenas ya pasadas, rememorándolas... ¿Grabarían el rechinar de los muelles? ¿El primer "te quiero"? ¿La primera canción que bailaron juntos? O por el contrario, estarían escuchando las condiciones de su hipoteca y eso les lleva a la tristeza...
Mejor el amor de mercado a los cuatro vientos.
No tengas ganas de enamorarte, que así se cometen muchos errores. Vive la vida y lo demás ya vendrá por sí.
Menudo cuento te has encontrado en la estación.Aprovéchalo.
Te cuidado con las ganas de enamorarse porque son contagiosas. Son mejores las ganas de comer boquerones en vinagre, y más sanas-
Reithor: Me encanta tu interpretación
Bueno, que nadie se preocupe por mi integridad psicológica, que en realidad el sistema que regula el enamoramiento lo tengo en modo bloqueo. Y a eso me dedico, a vivir la vida, que ya me tocaba hacía rato.
Escribiré ese relato, Fernando, quizá hasta incluyendo el comentario de Reithor, que me ha gustao mucho... "Amor de mercado", sería un curioso título.
¡Vivan los boquerones en vinagre!
Amor de mercado, me gusta!! prometo Bego no copiarlo para ninguna historia,je.
Sigue en modo bloqueo, que es más divertido,jeje
Besos!!
teneis la fea costumbre de sacar a la palestra hitos gastronómicos ibéricos, dificiles de conseguir en un exilio post-doctoral imperial... ni mercado ni leches, aquí solo hay carrefour.
En fin, al menos no mencionais el derivado porcino curado de la pata. Por lo demás, la expresión es copyleft, adelante :D
Acaso nunca te has enamorado y has cometido tonterias, todo el mundo lo hace. Seguro que tú tambien y como tal hayas desgraciado la vida a tres o cuatro personas, a qué sí.
Lo de la integridad psicológica ya es más dificil, dudo que las personas tengan de eso.
No obstante te puedo recomendar a mi psiquiatra.
Bonito blog.
Viva el amor mercenario.
Los boquerones en vinagre dan grima.
Viva la Salmuera.
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